Ella camina hacia Yogurtland con su teléfono celular presionado a la oreja y una mueca en su rostro. Detrás del ceño fruncido, su vulnerabilidad brilla como una explosión nuclear de mierda en un armario oscuro. Sea quien sea con quien hable, la ha desnunado completamente. Me encuentro a mí mismo deseando ser yo quien la afecte de esa manera.
Está cavando dentro de su bolso mientras equilibra el teléfono entre el hombro y su oreja, probablemente en busca de dinero para conseguir su dosis de yogurt congelado. ¿Qué hay en yogur helado que nos hace sentir mejor? Tal vez nos recuerda a cuando eramos niños, y cómo algo tan simple como un viaje a la tienda de yogur podría convertir un mal día en uno grandioso. Sea lo que sea, puedo ver que ella necesita desesperadamente su porción. Pero con cada momento que pasa y es incapaz de encontrar su dinero veo a la esperanza dejar su rostro.
-Te dije que dejaras de llamarme. No me importa si tu coche está en el taller. ¡No voy a recogerte!
Sin querer deja caer su bolso y teléfono celular en el suelo de baldosas a cuadros y maldice en voz alta. -¿Qué diablos estás mirando?- Le ladra a el hombre que come con los ojos su culo mientras lleva a su hijo fuera de la tienda. -¿Nunca has visto a una chica con falda?
Ella cae de rodillas mientras alcanza su teléfono celular. Lo aprieta contra su oreja y dice hola un par de veces antes de que se de por vencida y llegue a la conclusión de que ya no hay nadie alli. Me acerco a ella, tomando tranquilamente mi tiempo, entonces me arrodillo a su lado y alcanzo el tubo de lápiz labial que rodaba detrás de su pie izquierdo. Lo sostengo frente a su cara. Me mira de reojo y su boca cae en señal de sorpresa. La mayoría de las chicas se ponen atónitas cuando me ven. Estoy acostumbrado a eso. Pero Senia me ha visto un montón de veces. Ella no está sorprendida por mi buen aspecto. Está estupefacta por mi sincronización impecable.
Su mirada cae inmediatamente a mis labios, que están a pocos centímetros de los suyos. Entonces empieza a llorar mientras deja caer su bolso y lanza sus brazos alrededor de mi cuello.
No puedo evitar reírme. -Oye, está bien-, le susurro al oído, respirando su aroma. Huele a fresas o piña. Algo con sabor a fruta. Es embriagador.
Tomo su cara en mis manos y la levanto, así puedo mirarla a los ojos. -¿De qué sabor lo quieres?
Una lágrima rueda por su rostro y yo la limpio mientras me mira, todavía estupefacta. -Pastel de queso con fresas.
-Perfecto.
Le ayudo a recoger el resto de sus pertenencias en el bolso y luego ordeno su yogur mientras ella me mira desde donde se encuentra junto a la papelera. Su mirada me sigue mientras me acerco con su tazón, una de sus perfectas cejas se arquea con escepticismo.
-No me mires así-, le digo mientras le paso el tazón de yogur.
-¿Por qué?-, Dice mientras lleva la primera cucharada a su boca.
Lame la cuchara limpia y me pregunto como se sentirá tener esos llenos labios rojos envueltos alrededor de mi polla. Me inclino y le susurro al oído: -Porque me estás encendiendo y no se puede coger en Yogurtland."
Continúa con su ceja arqueada mientras toma otra cucharada de yogur cremoso en la boca. -Entonces tal vez deberíamos largarnos de Yogurtland.
***
En los tres años que llevo conociendo a Senia, hemos follado casi tres veces. La primera vez que sucedió fue el día que la conocí, después de un concierto que dimos en Durham. Fuimos interrumpidos en backstage por Xander, manager de la banda, en el momento en que Senia se iba a poner de rodillas. La segunda vez fue en una comida campestre del Memorial Day. Ambos estábamos con nuestras caras hechas una mierda y terminó lanzando sus galletas por todo mi cuerpo mientras deslizaba sus bragas. La tercera vez fue hace menos de tres meses, en un retrete público. Ella comenzó a llorar y no podía lidiar con eso, estaba con el corazón muy roto por su ex Creo que la cuarta vez puede ser la vencida para nosotros. Por alguna razón, esto me ponía jodidamente nervioso.
No tengo miedo de no ser capaz de satisfacerla. No hay duda de que voy a hacer que venga igual de facil de lo que ha pasado otras veces. Pero por primera vez en mi vida, tengo miedo de lo que sucederá después del sexo.
Senia es la mejor amiga de Claire. Y Chris es mi mejor amigo. Érase una vez, que Claire y Chris fueron la pareja de oro, todo el mundo asumía que estarían juntos para siempre. Luego se separaron antes de que nos fuimos de gira el año pasado. Han pasado los últimos meses tratando de lidiar los problemas causados por la ruptura. Incluso si Claire y Chris nunca vuelven a estar juntos, sé que Claire siempre estará alrededor. No puedo evitar a Claire y, por lo tanto, no puedo evitar a Senia. Algo de esto me aterra y me intriga - como si estuviera jugando con el peligro o, mejor dicho, follando con el peligro.
Agarro la manija de la puerta del lado del pasajero de mi Lightning gris y hago una pausa mientras la miro a los ojos dejando la puerta abierta para ella. -Entra
Sonríe y niega con la cabeza mientras se escabulle en el asiento del pasajero. -Por favor, no te molestes en usar tus modales conmigo.
-No lo haré.
Golpeo la puerta a cerrarse y camino alrededor hacia el lado del conductor, golpeando golpenado el baul mientras echo un vistazo a mi entorno. Son las ocho de la noche. Sólo hay otros tres coches en el aparcamiento, y al menos uno es de los que pertenecen al tipo que trabaja detrás del mostrador en Yogurtland. Levanto la vista hacia la farola en la parte delantera del coche que ilumina el capó y brilla a traves de los parabrisas.
Abro la puerta y me deslizo en el asiento del conductor. Mirándola fijamente a los ojos, por un momento me acuerdo de la última vez que mi mamá me llevó a tomar un helado, cuando tenía nueve años de edad. Aprieto la mandíbula contra la naturaleza visceral de esta memoria y Senia toma esto como una invitación.
Se sube a mi regazo y coloca sus manos en ambos lados de mi cara mientras aplasta sus labios contra los míos. Enredo mis dedos en su oscuro cabello y agarro un puñado de este. Gime cuando meto mi lengua en su boca y aprieto mi puño alrededor de su pelo, de forma intermitente apretando mi agarre cada vez mas. Por último, tiro de su cabeza hacia atrás y sus ojos se abren por la sorpresa y la emoción. Es entonces cuando me doy cuenta de que su tazón de poliestireno lleno de yogur está puesto patas arriba entre nosotros, la viscosidad fría se filtra a través tanto de nuestras camisas.
Ella sonríe mientras recorre su dedo a través de la sustancia pegajosa y fría, lentamente lo mete a su boca. -Cremoso-, ronronea.
-Joder-, le susurro, mi polla salta, tratando de escapar de mis jeans.
Agarro el tazón y lo tiro en el asiento de atrás,ella sonríe al verme trazar mi dedo a través del yogur en su camisa y luego meter mi mano bajo su falda. Sus muslos son suaves y cálidos contra la parte posterior de mis dedos mientras me muevo directamente a sus bragas. Sostiene mi mirada en el momento en que deslizo mis dedos debajo de la tela y encontrar su clítoris. Traga saliva, y su sonrisa se funde en una expresión de puro éxtasis.
-Oh Dios mío-, dice con la respiración entrecortada, como yo, mientras la acaricio suavemente.
Agarro la parte posterior de su cuello y estrello su boca contra la mía, tragando sus gemidos como si fueran el aire que me mantiene vivo. Meto dos dedos dentro de ella y jadea cuando estos encuentran el punto exacto. Su cuerpo se pliega en mí, chupo y beso la suave piel bajo su oreja. Saco mi mano de sus bragas. Su cara es de incredulidad cuando la agarro por los hombros y la aparto.
-Ponte en la parte de atrás.
Por un momento, parece como si estuviera cuestionando esta solicitud abrupta. -Más vale que sea bueno-, dice mientras se desliza entre los dos asientos delanteros para entrar en el asiento trasero.
Llego bajo su falda mientras ella se mete en la parte trasera y de un tiron la bajo junto a sus bragas. -¡Jesucristo, Tristán!
-Decídete-, digo, coloco mi mano en su culo y la empujo hacia el asiento trasero. -¿Soy Jesucristo, o Tristán?
Se ríe mientras yo me apresuro en el asiento trasero con ella, sosteniendo su ropa interior por lo que está obligada a dejarla atrás. Me posiciono rápidamente entre sus piernas mientras ella se acuesta boca arriba y sonríe. -Puedes ser jodidamente quien quieras ser.
Deslizo mi brazo debajo de su cintura y la levanto para que pueda colocar la espalda apoyada en la ventana del lado del pasajero. Empujo la falda, le abro las piernas de par en par y me maravillo con la vista de ella. Está perfectamente afeitada con una pequeña pista de aterrizaje de pelo oscuro que termina en la parte superior de su raja.
-Prefiero Tristán,- digo, lanzándole mi sonrisa presumida.
Gime como un gatito con dolor, sus caderas se retuercen contra mí mientras la devoro lenta y metódicamente. Sabe como el yogurt congelado que unté todo sobre ella.
-Oh, Tristán,- gime y engancho mis brazos alrededor de sus muslos para sostenerla mientras sus piernas comienzan a temblar. -Oh, mi jodido Dios.
Chupo suavemente su latente clítoris contra mi lengua. Deja escapar un fuerte grito que suena como un suspiro mezclado con un grito. No puedo evitar sonreír mientras continúo estimulándola hasta que agarra trozos de mi cabello despeinado y me da un tirón hacia arriba.
-Mierda-, respira y envuelve sus brazos alrededor de mi cuello tirándome encima de ella.
Pero no me besa. Sólo me mantiene allí y rápidamente esta cercanía comienza a sentirse incomoda. Empiezo a alejarme, pero ella aprieta su agarre.
-Por favor, no te muevas-, pide, y puedo escuchar algo extraño en su voz- está llorando.
Me tumbo ahí con ella durante un tiempo hasta que ya no la oigo sollozar. Lentamente hago mi cabeza hacia atrás para mirarla a los ojos y se limpia rápidamente la humedad de sus mejillas.
-Lo siento-, susurra.
Tomo su mano y la saco fuera de su cara. -Está bien,- murmuro, rozando mi pulgar sobre su mejilla.
-No, no lo está-, dice, y hay un borde duro en su voz mientras sus manos se extienden hacia abajo para deshacer el botón y cremallera de mis jeans. -Pero va a estarlo.
Empuja mis boxers abajo hasta que mi polla brota libre y aspiro aire con fuerza, ya que entra en contacto con ella.
-No tengo un condón.
Mi cabello cuelga alrededor de mi cara y se cierne sobre ella. Tira mi cabello hacia atras y baja mi boca hacia la de ella. Me quejo mientras trato de resistirme a cometer un error tan estúpido. A pesar de los rumores, no tengo relaciones sexuales sin protección. Puede que sea un puto como mi madre, pero no soy tan imprudente como ella.
Trato de sacar mi cara, pero Senia sostiene mi cabeza todavía. De repente, estoy regiamente cabreado. Arranco su mano y miro hacia ella.
-Esto es sólo una cogida. Nada más -, insisto, y sus cejas se juntan. Una aguda punzada de arrepentimiento gira dentro de mi pecho. -Lo siento.
¿Por qué demonios estoy disculpándome?
-Entonces cállate y cógeme-, dice apretando sus piernas alrededor de mis caderas. La punta de mi pene presiona contra su apertura.
Me deslizo lentamente, viendo como cierra los ojos e inclina la cabeza hacia atrás. Inclinándome hacia adelante, soy muy malo en su garganta y cuello mientras gradualmente me facilito mas profundo dentro de ella con cada embestida.
-Mierda, estás tan apretada-, le susurro mientras trabajo con cuidado mi camino en su interior.
Ella no responde, así que mantengo mi empuje, lentamente al principio y luego trabajo a mi manera a un ritmo constante. Saco mi cabeza hacia atrás para poder ver su rostro, sus ojos aún están cerrados. No sé por qué, pero quiero ver sus ojos.
-
Mírame-, le ordeno, y ella los abre al instante, su mirada encuentra la mía.
Sus ojos están un poco rojos y ahí es cuando me doy cuenta de las lagrimas corriendo por las comisuras, por sus mejillas, y desapareciendo en su cabello oscuro. Un impulso extraño me invade y me inclino hacia abajo para besar su sien. Saboreo en mis labios el sabor salado de sus lágrimas, eso me excita aún más. Coloco mi mano detrás de una de sus rodillas y levanto su pierna para así poder empujar mas profundo.
Gime y enreda los dedos en mi pelo para tirar de mi boca a la suya. La beso lentamente, igualando el ritmo de mis caderas con el movimiento de mi lengua. Me muerde el labio superior y siento que estoy a punto de correrme.
-Maldita sea-, le susurro mientras trato de separarme, pero ella sostiene mi cabeza quieta y me besa profundamente mientras me libero en su interior.
Mi polla palpita cuando la lleno con mi efusiva cordialidad. Gruño en su boca y ella continúa besándome, tragando mis gritos como lo hago yo con los de ella. Por último, inclino la cabeza hacia atrás y miro hacia sus ojos. Entonces le hago una pregunta que no he hecho a nadie desde que rompí con Ashley hace cuatro años.
-¿Quién era en el teléfono?